jueves, 17 de marzo de 2011

Sol

Después de pasar toda la semana pasada pensando dónde ir el fin de semana, descartando opciones, buscando a gente, llego el viernes al trabajo y mi jefe me comenta que tienen una plaza libre para el viaje de empresa del fin de semana a Trysil, que está todo incluido excepto el forfait, y que si quiero ir con ellos, que vaya a casa a hacer las maletas que el bus sale a las 14h. Así que me cuesta nada ir y volver con todo preparado, y después de un poco de caos organizativo nos subimos al bus, para llegar después de unas 3 horas a nuestro destino.
Me junto con la gente internacional de la empresa, hay varios entre masters, doctorados o prácticas como yo, y disfrutamos del hotel en todo su esplendor, que está reservado sólo para nosotros. Finalmente somo 460 personas, contando trabajadores de Oslo, de Trondheim, y sus respectivas familias.

Toca despertarnos pronto que hay que aprovechar el día. No hay ni una nube en el cielo, primera vez que veo el cielo tan despejado desde que llegué a Oslo. Compramos el pase y para arriba.
Trysil es una estación grandecita, dicen que la mejor de Noruega, con pistas de todos los niveles, incluyendo una pista negra que creo que es la pista con más pendiente que he bajado nunca, en el mapa la marca como 45 grados.


La nieve está perfecta y no paramos de ir de lado a lado de la estación, disfrutando de las vistas y la buena temperatura. Así pasamos todo el día, arriba y abajo, básicamente pisteando ya que no había demasiada nieve para ser Noruega, aún así consigo sacar algunos giros en powder buscándome un poco la vida.

Acabamos el día y llegamos con la tabla puesta hasta la puerta del hotel, un lujazo. No he cogido la cámara de fotos en todo el día, así que saco una desde mi habitación.



El sol ya se está poniendo y es hora de relajarse en la piscina y la sauna. Los músculos lo agradecen después del día intenso que hemos tenido. La verdad es que esta temporada no estoy haciendo snowboard tanto como me gustaría, y eso los músculos lo notan. Realmente, el subir a pistas si no hay buena nieve ya no motiva tanto como lo hacía hace unos años. Me sigo divirtiendo mucho y me encanta, pero busco otros caminos ahora. Por desgracia, el powder no abunda, así que hay que divertirse como sea con lo que hay!

Después de una tarde de relax, toca cena de gala. Con productos típicos del país, nos sirven una cena deliciosa compuesta por salmón de primero, y reno de segundo, básicamente. Platos muy elaborados y que no tengo la oportunidad de comerlos muy a menudo... por no decir nunca.

Después de la cena el cansancio del día pesa, así que vamos cayendo poco a poco hacia la habitación.
Al día siguiente, sin presiones por levantarse, y teniendo que dejar la habitación a las 12, decido no comprar forfait, y dar una vuelta por el pueblo. Después, vuelta al resturante, y para el bus en dirección a Oslo, previo atasco debido al mantenimiento de las carreteras, que es pésimo en todos los rincones del país. Un poco más de inversión económica en este tema no les iría mal.


Después de este fin de semana, la semana se afronta de otra manera. Además, el buen tiempo está acompañando bastante, la primavera ya se nota en las calles.

El sol entrando de lleno en mi habitación




Últimas luces del día, últimas nieves del invierno en el Palacio Real.




El parque del Palacio Real




La universidad, donde un par de semanas atrás habían montado el escenario de los campeonatos del mundo de esquí nórdico.




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