martes, 8 de marzo de 2011

Los caminos del POW son inescrutables

Ya llevo dos semanas en Oslo, y parece que el invierno se marcha lentamente. La temperatura ronda los 0 grados, ligeramente negativa por las noches, menos hoy, que hemos estado en positivo todo el día. Seguro que volverán días de frío, pero ya no es lo mismo. Y por supuesto, la temporada de hielo en las calles vuelve con más fuerza que nunca.

Los campeonatos del mundo de esquí nórdico acabaron este fin de semana con muchas medallas de oro para Noruega. La verdad es que daba gusto ver toda la que se había montado, el país estaba paralizado viendo a sus esquiadores dejarse la piel en las pistas. El casillero de medallas para Noruega fue de 20 medallas, 8 de las cuales de oro, seguidos por Austria con 10 medallas, y Suecia con 5 medallas. Ha sido un acontecimiento muy grande para el país, y parece ser que todo ha salido muy bien, la gente se ha involucrado totalmente y el equipo nacional ha respondido.

Pero como yo soy más fan de las montañas y el snowboard que del esquí nórdico, el fin de semana me fui fuera de la ciudad buscando la tranquilidad. La zona elegida fue cerca de la costa oeste, una zona que conozco un poco, y donde las montañas escarpadas se mezclan con los fiordos.
Sin pensármelo dos veces, el viernes me subí al coche con Eilif, y pusimos rumbo a Hellesylt, donde teníamos la cabaña. Por delante nos quedaban 527km por las maravillosas carreteras noruegas, pasando por un puerto de montaña que hasta el último momento no supimos si estaba abierto o no.

Hago un inciso para comentar la habilidad de los noruegos al volante. Nuestro coche, sin ser 4x4, se manejó a la perfección en carreteras con hasta 20cm de nieve. Esto pasa en España y la que se lía es monumental...Las ruedas, ya sean de clavos metálicos o de contacto, y el buen tacto al volante, son las claves del éxito.

La verdad es que nos dió tiempo para conocernos y hablar de todo casi, ya que con la nieve, viento, y el pésimo mantenimiento de las carreteras noruegas nos costó cerca de 8horas llegar hasta allí. A dormir que estamos destrozados y hay que madrugar, el powder nos espera.

Nos levantamos temprano, más de lo que me hubiese gustado, y conozco a los demás: Terje, Sølve y por fín, después de intercambiar varios emails, a Trond. Eilif y Terje van a ir a competir a Alperittet, competición que consiste básicamente en bajar desde la cota más alta de la estación, a 1230metros, hasta la plaza del ayuntamiento de Stranda, a 3metros sobre el nivel del mar, a tocar del fiordo.
Ponemos rumbo a Stranda y el paisaje es espectacular, pero la visibilidad es muy baja... así que llegamos a la estación de esquí, compro el pase y ya me dicen que sólo un lado de las dos vertientes que tiene la estación está abierto. Me subo al telesilla con Trond y avanzamos 100metros como mucho, y se para. Y así continua durante un buen rato, avanzando algunos metros, pero con el viento huracanado poco se podía hacer.

Después de estar colgados durante unos 40minutos, dan marcha atrás al telesilla y nos descargan a todos. Decidimos ir a probar suerte a otra estación donde ellos creen que estará mejor, así que dejamos a los dos que compitan y nos vamos. Y cuando llegamos a Fjellseter nos encontramos con un panorama muy esperanzador: poca gente, no deja de nevar, y nada de viento.

Así que nos ponemos manos a la obra, que con la tontería ya es tarde. La estación son sólo dos telearrastres, pero tiene muchas opciones, especialmente el bosque, que en días de poca visibilidad y mucha nieve siempre es la mejor opción. Nos metemos dentro y alucinamos con la cantidad de nieve y lo afortunados que somos! Ellos están haciendo temporada en Hemsedal y no están teniendo muy buena suerte, así que a todos nos sabe a gloria.



Posiblemente hago las mejores bajadas por bosque de mi vida hasta que las piernas me piden que pare. Nos despedimos con muy buen sabor de boca, y ponemos rumbo a Stranda, donde vemos bajar a gente por las calles del pueblo intentando arañar unos segundos al crono antes de llegar a la meta final. Han montado una carpa con música en directo, muy acogedor. Se abre una pequeña ventana de buen tiempo y se puede apreciar todo lo que ha caido. Un día antes, llovía, y ara tienen un buen grosor a nivel de fiordo.



Ponemos rumbo a nuestra acogedora cabaña después de un largo día y dar muchas vueltas. Y llegamos con esta panorama...



Nuestra cabaña... hay que decir que allí donde estaba el coche estaba totalmente limpio cuando salimo esta mañana, y ahora hay unos 35-40cm.



La tarde-noche pasa entre comentar el día, revisar fotos, TV y demás, yo caigo rápidamente por el cansancio. Al día siguiente nos levantamos con muy buena visibilidad, y no parece que haya nevado mucho durante la noche, pero tampoco importa porque todo tiene una pinta brutal.
Salimos de nuestro pequeño valle por la carretera a Stranda y las vistas nos hacen para a echar unas fotos, el paisaje se lo merece aunque vayamos justos de tiempo y las ansias de nieve sean enormes.

Hellesylt



Geirangerfjord



Seguimos rumbo a Stranda, y el día va despejando a medida que llegamos. Una ventana de sol nos hace ver cuán afortunados son 5 esquiadores que bajan los primeros por las palas de la estación. El remonte de ayer sigue estropeado, así que tenemos la otra parte de la montaña. Nos apresuramos a subir, todo tiene una pinta espectacular.
No perdemos ni un segundo en bajar, y rápidamente la montaña queda bien marcada. Después de 4 bajadas espectaculares por powder, así es como queda la montaña.



Entre toda la gente que asistía a la competición, y que los días soleados no abundan mucho por esta zona, y menos después de semejante nevada, además de sumarle el hecho que sólo una zona estaba abierta, dejó la estación trillada en cuestión de 3horas.

El paisaje es abrumador: estamos rodeados de picos escarpados, con el fiordo enfrente nuestro, y el mar que se puede intuir hacia el oeste, ya que está a escasos 40km en línea recta. Acompañado del buen tiempo reinante, hace que todos estemos exultantes.

Stranda representa todo lo que es Noruega: paisajes de ensueño donde montañas, fiordos y nieve se mezclan sin parar.



Para acabar el día, decidimos hacer un itinerario que Eilif conoce, que nos lleva por una zona boscosa que hace sentirme como en los mejores videos de snowboard cuando hacen viajes a Japón, para llegar a una carretera, donde llamamos a un taxi para que nos devuelva a la base de la estación. Después de este espectacular descenso estamos exhaustos, y decidimos aprovechar el sol que ha vuelto a aparecer para sentarnos a comer algo al exterior, la primera vez del invierno para los noruegos, recoger trastos, y poner rumbo a Oslo otra vez, que largo viaje nos espera.


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